Lo que importa y lo que no
En el Mr. Books de El Jardín encontré hace unas semanas la versión de EDAF del Bhagavad-Gita, ese episodio del Mahabharata que sintetiza el pensamiento hinduista del que bebió el budismo. No lo estaba buscando, pero llegó. Aunque hayan pasado más de dos mil años desde que se escribió, o justamente por eso, muchas de sus partes son de una actualidad sorprendente. Entre ellas, aquella diferenciación que fue lo que más me atrajo del pensamiento budista cuando empecé a interesarme por él: la distinción entre lo que importa y lo que no importa.
El Bhagavad-Gita no lo dice exactamente así, pero la referencia, como dirían los juristas, es tácita. De hecho, no se refiere expresamente al samsara, la rueda de la vida que se repite mientras se aprende, una y otra y otra vez. Pero sí habla del pensamiento hacia adentro, es decir, del hecho de reflexionar sobre lo que realmente importa. El ejemplo del cuerpo de la tortuga que incluye el Bhagavad-Gita es difícil de superar. "Quien desvía los sentidos de todo estímulo, como la tortuga resguarda sus miembros en su caparazón, ése está sólidamente en posesión de la sabiduría". De ahí a la relación con el sufrimiento de la repetición sólo hay un paso.
En eso pensaba cuando veía con Fernando cómo rodaban las cabinas del teleférico, en una maquinaria que nunca se para. Como el samsara, pasan por delante de las personas una y otra vez, y las elevan a lo más alto, desde donde las cosas insignificantes por fin parecen insignificantes, y las cosas importantes se muestran importantes, como debe ser. Hacía sol, y la chica de enfrente sufría cuando escuchaba algún comentario sutil sobre los movimientos de la cabina o la altura a la que quedaban sus pies. El miedo a subir es el principal obstáculo para conseguirlo. Si se hubiera mantenido sentada, y no hubiera bajado en la cima, todavía estaría dando vueltas en el teleférico de Quito, elevándose y descendiendo, sin atreverse a escaparse de la repetición.
Ver desde las alturas del Wayna Pichincha es de alguna forma distinguir entre lo que es importante y lo que no. Para saber dónde se está, uno necesita salir de los condicionantes y dejar de formar parte de lo inmanente. No se trata de ver las cosas desde lo lejos, sino desde lo alto. Es la diferencia entre el recuerdo y la meditación, entre la lejanía y de la altura.
Gracias, Fernando, por el libro del Lama. Tú mismo lo escribiste: si el objetivo de esta vida es aprender, entonces tendremos que aprender.
El Bhagavad-Gita no lo dice exactamente así, pero la referencia, como dirían los juristas, es tácita. De hecho, no se refiere expresamente al samsara, la rueda de la vida que se repite mientras se aprende, una y otra y otra vez. Pero sí habla del pensamiento hacia adentro, es decir, del hecho de reflexionar sobre lo que realmente importa. El ejemplo del cuerpo de la tortuga que incluye el Bhagavad-Gita es difícil de superar. "Quien desvía los sentidos de todo estímulo, como la tortuga resguarda sus miembros en su caparazón, ése está sólidamente en posesión de la sabiduría". De ahí a la relación con el sufrimiento de la repetición sólo hay un paso.
En eso pensaba cuando veía con Fernando cómo rodaban las cabinas del teleférico, en una maquinaria que nunca se para. Como el samsara, pasan por delante de las personas una y otra vez, y las elevan a lo más alto, desde donde las cosas insignificantes por fin parecen insignificantes, y las cosas importantes se muestran importantes, como debe ser. Hacía sol, y la chica de enfrente sufría cuando escuchaba algún comentario sutil sobre los movimientos de la cabina o la altura a la que quedaban sus pies. El miedo a subir es el principal obstáculo para conseguirlo. Si se hubiera mantenido sentada, y no hubiera bajado en la cima, todavía estaría dando vueltas en el teleférico de Quito, elevándose y descendiendo, sin atreverse a escaparse de la repetición.
Ver desde las alturas del Wayna Pichincha es de alguna forma distinguir entre lo que es importante y lo que no. Para saber dónde se está, uno necesita salir de los condicionantes y dejar de formar parte de lo inmanente. No se trata de ver las cosas desde lo lejos, sino desde lo alto. Es la diferencia entre el recuerdo y la meditación, entre la lejanía y de la altura.
Gracias, Fernando, por el libro del Lama. Tú mismo lo escribiste: si el objetivo de esta vida es aprender, entonces tendremos que aprender.
Comentarios
Entre lo que importa y lo qué no.Esa maquina es como la vida nunca se va a detener, ya que tiene que seguir con su siclo y objetivo, así es nuestra vida, Continua, y continua y va seguir continuando sin detenerse.
F.P