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Mostrando entradas de julio, 2009

"Los hombres que no amaban a las mujeres" o cómo dejarse atrapar por una novela de 666 páginas

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Mi afición por la novela negra empezó por lo sencillo y fue menguando a medida que iba descubriendo otras cosas que involucraban más tiempo y más recompensas intelectuales. En el momento en que me preguntaba qué mente privilegiada podía imaginar un final aceptable para Diez negritos , por razones familiares (prohibición de un padre a un hijo adolescente) no pude ir al encuentro de seguidores de Agatha Christie -esa vieja aburrida que sabía escribir, como una vez me comentó un amigo- en Mallorca, con la excusa de que tiempo tendría para hacerlo; nunca más se reunieron o, al menos, ya no se me cruzó la oportundad. Con Arsenio Lupin, ladrón de guante blanco, pasé varios veranos oliendo a jazmín durante las noches en el cabo, cuando mientras caída la tarde, llegaba el fresco, y sonaba el ruido de los grillos en los pinares, el caballero ladrón se burlaba de todo y de todos con el descaro que le caracterizaba Luego vinieron algunos clásicos, incluso títulos de la tierra, como aquellos impe

¿Copacabana o Tegucigalpa?

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Buena parte del mes de mayo lo pasé en Brasil. Visité de nuevo Río, después de una década sin pasar por la ciudad maravillosa , y la vi tan atractiva como la recordaba. Además de hacer amigos estupendos, volví a pisar las olas en mosaico de Copacabana y tomar una caipirinha en Ipanema, pasear por Botafogo y saborear el jugo de açaí, comprar un coco partido al lado del mar y disfrutarlo en una ciudad que ha sido capaz de hacer de la playa toda una cultura. Y a la que regresaré pronto. Pero según el ABC yo no pasé el mes de mayo entre Valencia y Copacabana, sino en Tegucigalpa, asesorando a un gobierno que lo único que quería hacer era preguntar democráticamente a su pueblo sobre la activación de la asamblea constituyente. Lo mismo que pasó en Colombia a principios de los noventa, en Venezuela en 1999, en Ecuador o en Bolivia durante los pasados años, provocó un golpe de Estado en Honduras. Un proceso democrático que acaba con un gorila que nadie eligió de presidente de facto del paí