El mejor bar de la ciudad


Quien conozca Sucre superficialmente puede llevarse la impresión de que es una ciudad anodina, donde pasan pocas cosas. Pero como en los lugares más sorprendentes, es eso: una impresión. Bajo esa piel blanca de casas coloniales con enormes muros, de calles paralelas y perpendiculares que el modelo La Laguna extendió por toda América Latina, de su aeropuerto estilo retro (hay uno nuevo en construcción), de las portadas de las iglesias barrocas, y de gente de buena casta, o que se sienten así, paseando por sus ordenadas calles, existe todo un mundo que  hace temblar los cimientos cuando menos se espera. 

Esquina de la plaza 25 de mayo
Aunque Bolivia fue el último país de Suramérica que logró independizarse, el primer grito de libertad se dio en Chuquisaca, actual Sucre, el 25 de Mayo de 1809. Hoy en día la plaza principal de la ciudad se llama 25 de Mayo. La guerra federal boliviana, a caballo entre el siglo XIX y el XX, tuvo lugar entre los conservadores de Sucre y los liberales de La Paz. Como ganaron los segundos, la capitalidad se dividió: la sede de gobierno en La Paz, la capital histórica en Sucre, y Bolivia pertenece desde entonces a esa docena de países rara avis con doble capital. Pero eso no es todo. En 2007, durante la aprobación en grande del proyecto de la actual Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, Sucre se convirtió en una batalla campal en los alrededores del Palacio de la Glorieta. La justificación oficial esa regresar a la capitalía plena, pero para muchos se trataba de la excusa perfecta para hacer fracasar a la Asamblea Constituyente. Los constituyentes y personal de apoyo, yo entre ellos, tuvimos que huir ante el asedio que sufrió la Asamblea. Cruzamos, de madrugada, barrancos y ríos, entre olores a neumáticos quemados y sonidos de disparos. Unas camionetas de ganado nos llevaron, escondidos, hasta Potosí. Al día siguiente me disfracé de gringo (más de lo que era) y me arriesgué con mi amiga Magda a entrar de nuevo en Sucre, que se había convertido literalmente en una ciudad sin ley: los policías habían abandonado el lugar, y en la plaza principal habían colgado carteles de los constituyentes chuquisaqueños con la leyenda "Se busca, vivo o muerto".

Como ven, no es una ciudad aburrida.

No regresé a Sucre en mucho tiempo. El suficiente como para echarla de menos. En ese lugar donde parece que no pasa nada sí pasan muchas cosas. Y el sitio que más y mejor recordaba que pasaban cosas era en las sillas de madera y bajo la luz tenue del Joy Ride, que es, como dicen ellos, probablemente el mejor bar de la ciudad.

Piso inferior de probablemente el mejor bar de la ciudad
En el Joy Ride transcurrieron algunas horas diurnas y muchas nocturnas de mi vida chuquisaqueña, con amigos como Teresa y Savigny, perdiendo la conciencia y organizando el mundo empezando por nuestros alrededores. Su cercanía a la plaza y, por lo tanto, a la vida sucrense, lo hacen un lugar de paso al que hay que ir. El primer piso es un conjunto de mesas suficientemente separadas, con muchos bolivianos y pocos extranjeros. "No solo para gringos", es otro de sus lemas. En la terraza del segundo piso, mesas bajo la luz de las velas, con muchos extranjeros y pocos bolivianos, algunos ficus que rozan el tejado transparente, y las paredes decoradas con aguayos enmarcados y el eslogan de Tigo. En el tercer piso, el lounge donde los miércoles que nos dejaban iba con Albert a ver películas por un euro. Todas buenas. Un amigo me dice que al Joy le falta una barra, pero es que seguramente no la necesita. De todas maneras, si la echas de menos, puedes ir a la del fondo a la derecha, en el segundo piso, que se nutre de gente perdida y otra que busca encontrarse. Buenas las sopas, deliciosos los cocteles, y fantásticas la sopa china de fideos finos. Nunca conseguí la receta de los spaghetti bolognesa, aunque no he perdido la esperanza.

Entrada del Joy Ride
El Joy Ride es un bar, y lo demás son tonterías. Probablemente el mejor bar de la ciudad, y seguramente el mejor bar del país. Si no, que se lo pregunten a los del Consulado de Italia, que se instalaron sin tapujos en el tercer piso del Joy. Yo de mayor me pido ser cónsul de Italia en Sucre.





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