De León a Granada (o de Granada a León)


Fíjense en este detalle: un león encadenado. Es de la puerta de los Leones, la entrada al edificio llamado de los Tres Mundos, construido en el siglo XVIII al estilo del barroco del XVII. Si van a Granada, Nicaragua, no pueden perdérsela; la encontrarán a unos metros al norte de la catedral. 

Cabe preguntarse qué hacen unos leones encadenados en uno de los ejemplos más relevantes del barroco latinoamericano. La razón la pueden encontrar en una vieja confrontación entre las dos ciudades más bellas de Nicaragua: León y Granada, eternas adversarias. Un litigio que duró décadas mientras se disputaban la capitalidad del país Al final la capital quedó en una ciudad equidistante a las dos: Managua. Todavía hoy en día difícilmente un granadino le hablará bien de León, y un leonés le hablará bien de Granada.



León liberal, progresista, intelectual, cuna de poetas y de la revolución. Todavía permanece el museo-archivo de Rubén Darío, el que escribiera en Retorno:

Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña. 
Mis ilusiones, y mis deseos, y mis 
esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña. 
Y León es hoy a mí como Roma o París. 

Granada, conservadora, tradicional, hispanofílica, católica, monárquica. Y que en la portada de los leones encadena al animal domesticado en referencia directa a su enemiga León.





























Tampoco pierdan este detalle en la misma puerta: Viva don Fernando VII (1809), unos años antes de que el país declarara su independencia. Leones encadenados, loas en piedra al rey Felón... ¿Hacen falta muchos muchos más indicios para entender cómo pensaban en Granada?

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