La última noche que iba a pasar contigo

La última noche que iba a pasar contigo no acaba nunca. Cuando pensé que podía coger mi taxi y huir campo a través (ciau, fue un gusto, hasta la siguiente, que será lejos de aquí), resulta que llega el vecino molesto a molestarte, como no podría ser de otra manera. Y claro, todo un caballero, te veo ultrajada y, a estas horas de la madrugada, con casi veinticuatro horas despierto, aún no sé si decidiré salir por la puerta de atrás, viendo tu sombra acurrucada en estado deplorable (quién te ha visto y quién te ve), o quedarme a tu lado para intentar calmarte y darte ánimos. ¿Pero servirán de algo esos ánimos? Ya a estas alturas lo dudo, aunque no me gustaría pensar que no. Son muchas las cosas que uno piensa que son justas, y que debe luchar por ellas. Pero el problema es más profundo. ¿Realmente me apetece quedarme? ¿Realmente debo quedarme? ¿Por qué no acaba de acabar esta última noche?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Boabdil y el ciprés de la sultana

La avenida Arce y la altura paceña