Y usted, ¿qué necesita?

Así es la cosa. Todos necesitamos algo, unos más que otros. Yo, por ejemplo, necesito que los de Tvcable se dignen a instalar el servicio que estoy pagando todo el mes y que no disfruto desde que cambié de apartamento. Han pasado dieciocho días desde aquello, dieciocho eternos días sin poder ver la serie de ciudades perdidas que pasan por el History Channel. Tampoco es que el cable me sirva para mucho más; no hay tiempo. Pero la televisión al aire ecuatoriana ofrece poca alternativa. Y los paseos de Josh Bernstein por la pirámide de Deydefra o buscando la ciudad Z entre los kuikuro amazónicos tienen, puedo jurarlo, capacidad de escape.

También los budistas necesitan algo, aunque digan que no. El budismo se basa justamente en el desentendimiento de las necesidades, pero he aquí la gran paradoja: la llegada al nirvana también es una necesidad. No se practica la meditación de la burbuja ni se interna uno en el convento tibetano por amor al arte, sino por amor a la iluminación. Una iluminación que supone ir desprendiéndose de las necesidades, como quien se desviste lentamente, hasta llegar al máximo estado de no-dependencia. Pero en el momento en que hay una meta, aparece la necesidad de alcanzar esa meta. Forma parte del mismo concepto de objetivo. Por lo tanto, mi querido Rimpoché, tú también necesitas llegar a la budeidad.

Es la naturaleza de la necesidad. Yo el tvcable, Rimpoché el nirvana, y el restaurante chino de los Shirys un montón de personas, entre ellas un posillero (en ecuatoriano, persona que lava los platos), que ayuden a que se sirva el arroz chaufa y el wantan frito. Puede parecer lo más diverso pero, al final, todo es lo mismo.